Bueno, un viernes por la tarde, se presentan dos días de descanso por delante, y tú le preguntas a tu chico/a: ¿qué vamos a hacer este finde? Porque claro, si vives en pareja, lo normal es hacer algo juntos, aunque alguno podrá decir «…si ya lo hacemos todo juntos». Bien, es otra opción, hay parejas que al llegar el fin de semana, o un período de vacaciones largo, buscan compartir actividades con amigos y familia, y dejar a tu otra mitad algunas horas libres, dicen que para echarse de menos y hacer el reencuentro más dulce. En fin, sobre gustos y relaciones, no hay nada escrito.
Pero lo normal es compartir el tiempo libre con tu pareja; que ese tiempo de ocio sea tiempo de los dos. Se presupone que si se ha llegado al límite de vivir juntos, algunas aficiones tendréis que compartir, un punto en común para divertiros juntos; y si no, lo normal es que estéis deseando descubrirlo. No se trata de imponer nada al otro, sino de buscar lo que os divierta a los dos; y, de no ser así, quizá establecer turnos, hoy se hace lo que le gusta a uno, mañana al otro. Ese equilibrio de pareja es lo que hay que cuidar, sin intentar estar uno sobre el otro, sino en el mismo nivel, y disfrutar ambos de lo que se haga en la medida de lo posible.
Y dirás: eso es muy fácil de decir. Bueno, fíjate en una pareja a la que le guste pasar mucho tiempo en el exterior: se puede dar paseos, ir de acampada, hacer senderismo, turismo en otras ciudades, salir con los amigos de copas, practicar deporte al aire libre… ¿Y si el tiempo no acompaña y hay que quedarse en casa? Bien, entonces se puede optar por invitar a amigos para pasar tiempo juntos, o buscar algo que hacer en el interior que sea del agrado de los dos. Necesariamente no tiene por qué ser la misma actividad: uno puede leer mientras otro se dedica a la cocina, o al bricolaje, por ejemplo. Pero si se encuentra algo que poder compartir, ¿no es mucho mejor? Yo diría que sí.
Tuve una novia a la que le encantaba ver la tele, películas y series. Éramos de esas parejas que en principio disfrutábamos de hacer cosas en ambientes diferentes: si a ella le gustaba sofá y peli, a mí bares y marcha. Al principio no le confesé que lo que de verdad me gustaba eran los videos porno gratis, quería ver cómo se tomaba ella lo del porno online si lo descubría de una manera más suave. Yo tenía claro que tarde o temprano metería eso en nuestros preliminares sexuales; pero como no quería que pensara que era un adicto a la pornografía ni nada de eso, decidí confesárselo poco a poco. ¿Y cómo se hace eso? Confieso que al principio no tenía muy claro como hacerlo, pasaba el tiempo y no me atrevía a comentarle mi afición por el porno online… hasta que se me encendió la luz.
Aprovechando que a ella le encantaba el cine, le propuse que hiciéramos un maratón de películas eróticas para ver en pareja. Ella entendió lo del erotismo; lo de ver en pareja no lo tenía claro, ¿por qué de dos en dos? Bueno, le dije, es para que podamos ver la misma escena los dos, y después podamos comentarla, contrastar nuestras opiniones y ver si nos había transmitido lo mismo. Por dentro estaba pensando: «¡Y una mierda muy gorda!», y creo que ella pensó lo mismo, pero no lo dijo. Pero lo cierto es que lo que yo quería era ver si se ponía cachonda con estas películas de sexo light; si era así, después iríamos por el porno puro y duro.
Si quieres saber cómo terminó todo, basta con que te diga que me dejó porque decía que era un flojo, y que no me parecía ni de lejos a un actor porno. Dejó mi autoestima por los suelos, pero al punto donde quiero llegar es que encontramos una manera de que nuestras mayores aficiones convergieran, aunque al final a mí me saliera rana.